miércoles, julio 06, 2011

ME GUSTAN LOS ESTUDIANTES

El movimiento estudiantil observado en nuestro país en las últimas semanas, nuevamente ha puesto en el centro del debate nacional el tema de la educación. Las respuestas del gobierno han sido al menos ambiguas y para cualquier observador ilustrado es evidente que frente a las demandas no hay una respuesta del actual Gobierno que logre convencer a los estudiantes.

A lo largo de nuestra historia, pocos han sido los presidentes democráticos que han sabido darle una orientación clara a la educación que el país necesita.

El primero de ellos fue Pedro Aguirre Cerda, quien al señalar que nuestro modelo de desarrollo nacional era la industrialización, genero un modelo educativo acorde a dicha opción. Por ello la educación primaria fue obligatoria, se impulsaron las escuelas o liceos industriales, las escuelas de artesanos, donde los trabajadores se perfeccionaban en sus habilidades y conocimientos prácticos.

Una segunda gran reforma educacional fue la impulsada por Eduardo Frei Montalva, quien casi treinta años después, nuevamente apuesta por un desarrollo nacional centrado en el despliegue de los recursos nacionales, por ello promueve la reforma agraria e inicia la chilenización del cobre. Para darle sustento a su propuesta de desarrollo económico, amplia la educación básica a ocho años e impulsa la capacitación de los trabajadores a través del Instituto Nacional de capacitación, INACAP. Institución que posteriormente es regalada a la Confederación de la Producción y el Comercio durante el Gobierno de Pinochet.

Al poco tiempo Salvador Allende, impulsa cambios estructurales profundos en la educación chilena, teniendo como escenario las transformaciones que  estaba realizando en la estructura de la economía nacional.

Estos tres hechos que transformaron la educación en nuestro país,  evidencia la relación que existe entre Modelo de Desarrollo y Sistema Educativo, donde el primero para desplegarse y lograr sus propósitos requiere de un sistema educativo que lo haga viable.

Todas las transformaciones profundas de nuestra economía, como fueron la reforma agraria impulsada por Frei Montalva o la nacionalización del Cobre llevada a cabo por Salvador Allende, fueron promesas de campaña, transformadas en iniciativas presidenciales, debatidas en un congreso democrático, cuyo sistema electoral no era  el bipartidismo hoy existente.

Una tercera característica de las tres reformas impulsadas  fue la movilidad social que se produjo en la estructura social de Chile. Dicho en otras palabras, la educación era un claro signo de poder desplazarse de un estrato social a otro y de esta forma abandonar la miseria y la pobreza.

Estas tres grandes reformas tuvieron como objetivo ampliar la cobertura educacional, acorde a la población de esos respectivos años.

Estas tres reformas, en una mirada histórica, se constituyen en lo que era la medula del sistema público de educación en Chile.

Estas tres reformas permitieron saltos importantes al interior de las familias, donde padres con educación primaria incompleta e incluso analfabetos, veían como sus hijos ingresaban a la universidad y se transformaban en profesionales; este proceso se freno de golpe con la dictadura que nació el 11 de Septiembre del año 73. Por eso no es aceptable que algunos personeros digan que este es un hecho nuevo en nuestra historia, cuando hacen esta afirmación están negando un hecho con raíz histórica y pretende señalar que esto se inicio en sus gobiernos, en verdad, lo que están haciendo es  volver a la senda que había sido trazada mucho antes.

Estas tres grandes reformas fueron financiadas con recursos públicos y ninguna de ellas gozo de la nacionalización del cobre o de su alto precio en los mercados internacionales, como ocurre hoy.

Estas reformas significaron que nuestro país gozara de prestigio internacional en materias educativas, en todos sus niveles, cuyos modelos eran imitados por países que querían iniciar profundas reformas a sus sistemas educativos.

Al analizar las reformas educativas, en una perspectiva histórica, visualizamos a los menos tres componentes básicos. En primer lugar,  está la existencia de una propuesta de reforma educacional que emanó de los presidentes; en segundo lugar, cambios en la tributación del país, como por ejemplo el impuesto al patrimonio, durante el Gobierno de Frei Montalva. Lo que constituye el componente o la viabilidad económica de la reforma. En tercer lugar un debate democrático, en un parlamento genuinamente democrático, donde efectivamente estaban representadas todas las fuerzas democráticas del país y con un sistema electoral que garantizaba que los malos parlamentarios  no duraban más de un periodo, este factor constituye el componente político de la reforma.

Frente a las demandas por una educación pública de calidad, sostenida por las actuales dirigencias universitarias y secundarias, es evidente que corresponde que nos hagamos algunas preguntas sobre la educación que hoy tiene nuestro país.

Una primera pregunta es ¿Cómo es posible pasar de una educación pública de calidad a una educación disgregada en diversos actores y de baja calidad?

La respuesta hay que buscarla en un texto fundacional conocido con el nombre de “El Ladrillo”, cuya elaboración fue de conspicuos chicagos-boys : Sergio De Castro, Jorge Cauas, Pablo Barahona y otros. Es una propuesta para aplicar en Chile el modelo teórico económico propiciado por Milton Fridman y cuya aplicación comenzó el año 1975, en plena dictadura de Pinochet.

En síntesis, este modelo funda las bases de nuestro actual modelo de desarrollo cuya principal características es la privatización de los principales recursos económicos del país, la privatización de las principales empresas del estado y la privatización de los principales servicios de bien público como son la educación o la salud, bajo el pretexto de brindar mejores prestaciones. De aquí nacen las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP) y las ISAPRES.

Con la ausencia de un parlamento democrático, las empresas del estado fueron traspasadas a manos de privados bajo la consigna que la administración estatal era ineficiente y que los privados si estaban en condiciones de hacerlas rentables; fueron vendidas a precios irrisorios.

La primera fase de este modelo de desarrollo, se tradujo en el desmantelamiento de las principales empresas estratégicas del Estado, salvándose CODELCO.

En una segunda fase, ya en esta democracia “reguleque”, la privatización consistió en trasladar recursos públicos para que los privados realizaran determinadas prestaciones sociales y es así como desde la educación se transfieren enormes recursos para que los privados impartan educación, no importando la calidad de esta, la seguridad laboral de los profesores, ni los métodos de enseñanza/aprendizaje aplicados. Si bien no se explicito, pareciera que la consigna de esta nueva fase fue: si es  privado es bueno, por lo tanto no hay nada que controlar o supervisar, salvo la asistencia de los alumnos. Pero este nulo control es un derivado de otros sectores, cuyo ejemplo más notable es La Polar.

Pero existen muchas otras acciones que no son controladas como por ejemplo el acceso a las universidades privadas de personas cuyo puntaje es, en algunos casos, igual o menor a cuatrocientos puntos. Muchas de estas personas ingresan con crédito de estas casas de estudio, pero ¿Quien investiga los aranceles e intereses que aplican a sus alumnos?

Resulta paradojal, que en las dos últimas crisis económicas, que hemos vivido en este país, hubo solo un actor económico que mostro suculentas ganancias: el sector bancario. ¿Quién controla a este sector respecto a las tasas de interés que aplica? Como ha señalado Tomas Mosciatti, en Chile el cobreo usurero es legal y los ciudadanos están indenfensos.

Volvamos a nuestra pregunta original ¿Qué tipo de educación requiere nuestro actual modelo de desarrollo? Pero la primera pregunta es ¿Cuál es nuestro actual modelo de desarrollo? ¿Es el modelo de Gordon Gekko[1], cuyo motor es la especulación financiera? ¿ Es la explotación de nuestro recursos naturales hasta que se agoten? ¿Cuál es?

Lo que sí sabemos es que “El Ladrillo” se ha mantenido casi inalterable, con algunas insignificantes modificaciones, en casi ya 36 años.

Este modelo económico creó un sistema educacional acorde con sus intereses, esto significa: concentración de la riqueza en manos de unos pocos, un Estado sometido a los intereses de la oligarquía nacional; cada día con más poder; la oligarquía que derroco a Allende es un bebe de pecho si la comparamos con la actual, hoy su poder es mayor. Existe una total ausencia de movilidad social; hoy un obrero de la construcción puede tener a un hijo titulado en una universidad del país, pero sabe que su calidad de vida, será levemente superior a la de él. Una pésima redistribución de la riqueza que en los últimos 25 años se acrecentó y que los gobiernos de la Concertación no fueron capaces de reducir.

Sí, la derecha conspirativa del 73, comenzó a fraguar con mucha antelación no sólo el golpe, sino también las condiciones sociales que necesitaban para implementar un Modelo de Desarrollo acorde a sus intereses y sin ningún adversario que se opusiera, total entre República Socialista hasta Salvador Allende, el ascenso de los sectores medios, y la irrupción de los campesinos y pobladores organizados, mostraban a un movimiento popular que quería la instalación de una democracia sustantiva y eso para la oligarquía constituía la máxima expresión del caos.

Sí, el actual modelo educacional es representativo del orden social que desea la oligarquía nacional.

Si, para la derecha genuina de Chile, no la de Longueira o de Allamand, la oligárquica, el orden natural de las cosas es el orden social que les permite mantener sus privilegios e inmunidades y este orden siempre tuvo la bendición  Papal. Marcial Maciel estaba muy lejos para afectarlos, pero Karadima era su confesor.

Pero hay otra pregunta que necesariamente debemos formular, ¿No tenía la Concertación un grupo de profesionales capaces de derribar a “El Ladrillo” y crear algo nuevo? Creo que la respuesta es positiva, sí la había y la hay. ¿Entonces que lo impidió?

El actual movimiento estudiantil tiene razón en los tres elementos sustanciales que están planteando. Primero, se requiere una profunda y verdadera reforma educacional que no sólo mejore la calidad de la misma, sino que se asuma como democrática, es decir que en una misma sala están el hijo del obrero y el dueño de la industria. Una reforma educacional como expresión de una nueva forma de redistribución de la riqueza; esta última no se logra con una andanada de subsidios, la cual es más probable que genere dependencia y no desarrollo de las capacidades individuales.

Esta reforma, en su componente económico, requiere de una reforma tributaria, pero que no debe ser  un aumento del IVA, sino a las grandes empresas y fortunas de nuestro país, cuyo efecto indirecto será sobre la redistribución del ingreso.

Y en su componente político, está claro que la actual oligarquía política no da garantías de impulsar una reforma como la que se requiere y por ello comparto la opinión que debe haber una reforma constitucional o una asamblea constituyente con la finalidad de transformar la democracia formal que tenemos por una democracia sustancial.





[1] Personaje principal de la Película: El Dinero Nunca Duerme.

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